DISTRACCIÓN MASIVA
Nada puede ser peor hasta que escuchás tu nombre y te das vuelta
Si hay algo que detesto son los hombres que se te aproximan por la calle con un
tlachuptodmamit esos días que para vos cada paso en la vereda y en la vida supone un esfuerzo gigante y te tragás las lágrimas y todo, hasta los rayos del sol --o sobre todo los rayos de sol--, te hiere.
Distinto es cuando, bajo idénticas circunstancias, apretando los puños dentro de los bolsillos del buzo con capucha, escuchás tu nombre, te das vuelta y un amigo te abraza y te dice --a pesar de que sabés bien que es una completa mentira-- que estás linda.
Ciencias morales
Mientras tanto, en el Aula Magna suenan
otras cosas.
Bang, bang, shoot, shoot
Voy caminando a todos lados, y mientras camino canto. Hoy me di cuenta de que la banda de las últimas caminatas venía siendo ese tema --en la versión de Deal en Pod-- que empieza
she´s not a girl who misses much y termina como todos ya saben.
XXX
Momento de confusión. El jueves --el viernes era feriado-- en el patio de la escuela, mientras subían la bandera, y los bostezos se escapaban por los agujeros de los dientes de leche recién caídos, no sonaba Aurora, ni banderita, ni tampoco la Cantilo. Sonó un pedazo de "La memoria”, de León Gieco y el director dijo algunas cosas más o menos confusas que incluían, por ejemplo --y para mi perplejidad-- la palabra “tolerancia”. En la otra punta del patio, Chola, del PC, fundadora de la escuela que tuvo entre sus líneas a la Arrostito y ahora le enseña las cursivas y los derechos del niño a los hijos de los que profesan la fe de los símbolos, parecía resignada.
Los que le
le bajan el pulgar a la memoria colectiva tienen razón. Está en baja, y ahora varios optan por inventarse su propio pasado, su propio "¿Quién soy?", y no me pidan más --ni menos. Ayer la
gente que piensa se hizo malasangre: ¿está bien o está mal el feriado? ¿hay que ir o no ir a la plaza? ¿hay que celebrar el aniversario del golpe? Ay, qué judeo-cristiano suena todo eso o, si querés, qué culposo: las religiones paganas se visten de colores, se pintarrajean la cara, agitan los cascabeles y al ritmo del parche sacuden extremidades, dolor y muerte. Exorcizan. ¿Está mal? El que no fue en la Semana Santa de Alfonsín, ni cuando se cumplieron 25 años del Golpe, o a la marcha contra el indulto (¿quién no fue? había tanta gente), que no vaya. Yo fui a todas esas --y no fui a la Plaza del Sí a la Guerra de Malvinas ni golpeé una sola cacerola-- entonces voy, sin dudas, escrúpulos ni pruritos –¡ah!--, a la Plaza por los 30 años del Golpe. Y llevo a mis hijos, para que se construyan un pasado.
Está el que su primer recuerdo es la muerte de Perón, con el luto potente de la multitud hormigueando en blanco y negro, y con eso carga la Bildungsroman con la que se pertrecha todos los días para salir a la calle. Está el que recuerda el día que le regalaron a su perro Boldo, que le calentó la cama los catorce años que vivió hasta que casi justo lo cambió por una chica. Yo me acuerdo del día que mi mamá lloró. Es mi primer recuerdo. Y después, ahí no más, El hada y el cisne en el adiós a Sui Generis subida a los hombros de mi papá, y bla, bla, bla. Porque, por más mítico que sea, ¿a quién carajos le importan los recuerdos de los demás, aparte de al chico con el que estás en la cama jugando a empezar una historia de amor?
Uno trata de construirse un pasado, de construírselo a sus hijos, para pararse frente al mundo sobre su propio mito de fundación. Y eso, todo, todo, es pura construcción, pero qué importa. Mi mamá, para construirme un pasado --o simplemente porque vivía su vida y su vida era así-- pretendía que me hiciera amiga de ese pibe que hablaba raro porque con su mamá se habían tenido que exiliar en Suecia. Nosotras los habíamos llevado a Ezeiza, pero yo no me acordaba de nada y el pibe era rarísimo. O quería que jugara con ese otro que como el papá era desaparecido tenía toda la cara brotada.
Cuando yo era chica, para construirme un pasado o porque quería ser parte de la historia y se le dio así, entre el golpe en Chile y el de acá, mi vieja tuvo dos meses a los Jaivas en casa, a ellos y a sus familias, acampando en un tres ambientes, tocando la guitarra y fumando marihuana, mientras yo, dice mi madre, les pisaba los xicus y mi perro salchicha les llenaba de pulgas los ponchos. Pero, la verdad, yo no me acuerdo nada. Y a la vez, esa es mi memoria, mi quién soy.
Entonces, ¿qué es lo que
importa? A mí, esta vuelta, entre todo lo que se dijo por ahí y lo que escuché con mucha interferencia dentro de mi cabeza, sobre el feriado, sobre el acto, lo que más me gustó fue lo que me dijo un chico que trabaja en una fábrica de juguetes. Me dijo que él estaba de acuerdo con el feriado porque al tipo para el que ese día no era nada especial el feriado lo obligaba a averiguar por qué no iba a trabajar y, de última, era un día que el tipo podía estar en su casa, y quizás mirando la tele se enteraba --dicen que el rating de los documentales fue altísimo, dijo después. Además, si se quedaba en la casa, no miraba la tele ni se enteraba, ni nada, al menos tenía un día libre con goce de sueldo. También me quedé con lo que me dijo una chica que vive en un pueblito de la provincia. Ella dijo que acá, por la Capital, siempre hay algo, una marcha, afiches... Pero en el pueblo, si no hay feriado, el 24 de marzo pasa como un día más.
Ayer, antes de ir a la marcha, les conté a mis hijos de qué se trataba todo esto. Me ayudaron los documentales de la tele, que pude ver porque era feriado, pero la confusión siguió siendo parte del asunto. A mi hija menor le dio pena que un viejito (Videla) estuviera preso, y después terminó cantando a toda voz, sumada a una columna que de casualidad nos tocó al lado un buen rato, “Libertad, libertad, a los presos de Las Heras, contra este gobierno de las petroleras”: se ve que lo que la subleva es la cuestión de la privación de la libertad. Sí, es cierto que puede que lo que más les haya gustado a los niños haya sido el baile colorido de unas chicas que coparon Avenida de Mayo en su ancho, el muñeco de Videla gigante, las murgas, y que cuando llegamos a la Plaza y las Madres empezaron a ponerse quisquillosas con la izquierda, ellos empezaron a ponerse quisquillosos en todas las direcciones y nos retiramos. Andá a saber qué les quedará en la memoria de todo esto.
¿Habría que haber hecho como en Israel el día del Holocausto, y dejar que el canto de las sirenas nos obligue --aunque sea por cinco minutos-- a no poder pensar en otra cosa? Cuando nos acercábamos a la boca del subte para volver a casa, y la idea de haberlos llevado pasaba de ser una bandera roja flameando a ser un piolín sucio y pisoteado, vimos las siluetas de los desaparecidos pintadas sobre el pavimento. Con mi hijo nos miramos y nos reímos: no eran rectas como las que salen cuando cortás una tira de muñequitos, estaban bailando.
Nochebuena en marzo
querido santa:
hierve el agua para el té
voy a darte todo menos lo que querés
no mires más la vidriera
voy a llevarte a la plaza el día de videla
quiero que seas mi amigo
voy a preparte el desayuno todos los días que no duermas conmigo
voy a ser tu prisionera, tu supertú, tu inconsciente
he decidido ser feliz para siempre
ahora creo en san xxxxx, san xxxxx, san xxxxx
[esto no es un poema, es un post o, a lo sumo, una canción]
Devoción
Yo
no entendí nada. O entendí para el orto, si querés. Pero
ella, la más sabia, me explicó
todo. Y después confirmamos juntas otras cuestiones.
Entschlossenheit
No tengo derecho a refugiarme en esta casa mientras llueve. Sobra el espacio. No tengo ningún derecho a llorar por amor. Me sobra amor. He decidido no estetizar la tristeza como había pensado antes de ayer (y, ay, qué fácil sería eso con esta lluvia) sino exterminarla. Por egocéntrica; por su falta absoluta de conciencia social. Por otra parte, soy capaz de enamorarme sin pensar del primer hombre que sepa elegir bien la fruta.
De todo lo que me rodea, nada, nada me pertenece
En la casa hay sólo dos tipos de objetos: los objetos con valor afectivo y los objetos con valor de mercado. Debería, entre todo esto, buscar algo como yo, pero quién soy yo, esta, aquella, la de más allá. Me siento afiebrada, aunque es sólo el calor. Leo esa poesía, que es pura inteligencia. No hay morbo, no hay especulación. Recurro a un procedimiento del cine: ponerle música infantil a una escena de terror. Más allá, leo "Guía para entrar y salir de la vida ajena". Escucho esta música, que es pura sensación. Aquel día que escribí sobre las casas no sabía nada de los huracanes --ni tal otro, ni tal otro, ni tal otro. Buscando entre las cosas de la casa algo para regalar encuentro una tajeta con dedicatoria: "Para la música fuerte, la que despierta vecinos". Leo "Instrucciones para reconocer a tus ídolos". Registro los movimientos que hacías mientras dormías. Leo "Mecánica del aquí y ahora". Escucho todos los sonidos del mundo rebotando contra las paredes. Aprendo a leer la música.
Dije que me iba pero creo que me voy a quedar
no sé si son los chicos que se dan besos en la plaza, ese programa del canal de la ciudad donde dos viejos de la mano cuentan su historia de amor, el video de la luna de miel de fiona y shrek, susan sarandon y tim robbins en el festival de cine, la peli sobre la vida en la oficina que pasaron el sábado a la tarde por cinecanal, o los bebés que tuvieron los ponys de benita, la indecisa llegada del otoño... pero acá en casa no puedo pensar en otra cosa.
***
fuimos llevando la bici por las calles del centro, como si nosotros la arrastráramos a ella y no ella a nosotros. cada tanto paramos para dejar fijo lo que parecía en movimiento. caminamos las calles oscuras del barrio que separa el suyo del mío y en el medio nos tomamos un helado, como si el frío ya no fuera suficiente. cada tanto paramos para intercambiar lo dulce y lo amargo. ¿hicimos todo al revés o sólo algunas cosas?
***
cosas que no queremos escuchar de ellos: que nos pidan que seamos discretas, que digan mal nuestro nombre, que digan que lo que necesitan es esto o aquello y que con las mujeres son siempre así (como están siendo ahora), que nos hablen de ella y que afirmen que eso que le molestaba a ella --eso que nadie, nadie, querría que le hicieran-- él lo va a seguir haciendo por siempre jamás. cosas que no queremos escuchar de las amigas: que nos hablen de él, que nos cuenten cosas que no queremos saber, que armen horribles cuadros de situación. cosas que nos gusta que nos digan siempre: "linda" o "quiero dormir con vos" y que después sueñen tranquilos.
Y tu dentista también
M: Ay!
Dentista [Completamente recostado sobre mis boobs repentinamente convertidas en cojines]: Bueno! Si tenés un bocón, un bocón hermoso, claro, no me vas a decir que te duele que te abra la boquita.
M: ...
D: Andrés, vení a ver esto.
A [aprendiz de pajero]: Qué buena boca
D: Vos tenías un nene, no?
M [con los dedos]: Dos
D: Los tuviste cuando eras una nena!
M [señas]: Not at all!
A: Pero si sos una nena...
D: Viste, Andrés, bocas así no se ven todos los días
M [con la sensación de estar en un freak show]: ...
A: Qué canales profundos!
D: Qué curvas!
M [ojos para arriba]: Buah, suficiente, no creen?
Por todos los bombones y las flores que me dieron y no me dieron ayer
Esta ira que me desatan las chicas cantando suave, el filo tan afilado de un pensamiento que cargo desde hace años. Mi ira es la privilegiada, se come al corazón y no tiene idea de lo que vendrá después ni le interesa. Las cuerdas hacen tic tic, un reloj con poca cuerda; el corazón hace tic tac y para en todas las esquinas a darse besos furiosos para no parar.
Cerca de una puerta de hierro, forjado, negro, por entre las sombras lo vi, deportivo, tocando una guitarra de huesos. Me senté en el suelo sucio y lo miré, pero cuando me levanté ya se había ido, con sus extremos, con la música a otra parte. Entonces volví al suelo cubierto de polvo y me quedé dormida.
Llegando a la esquina: “Yo pienso que los muertos son tiernos. ¿Nos damos un beso?”*
*Entre comillas: mi versión de un verso de T. Roethke
japijapijapi day
No tengo ningún amor para dar
Strange decía la remera de Georg. Otra decía Fácil. Otra: Le freak c`est chic. Y casi todos los demás estaban en musculosa, con bigotito, gorra, y anteojos oscuros.
...
Trato de escribir un poema sobre las piedras y la zanahoria rayada flota en el aceite del plato como tus mismísimas contradicciones y tus pecas. Las piedras son fáciles de contar. No así esta historia. Bla bla bla.
...
Mi dieta sigue mejorando. Cena del viernes: bombón y vino. Cena del sábado: cerveza y burger. Cena del domingo: comida china y helado.
...
En la escuela anuncian que van a izar la bandera. A continuación pasan una canción rarísima cantada por una mina a voz en cuello (no Aurora, ni banderita..). Pero en mi cabeza sólo suena y rebota la canción más linda de los últimos tiempos, una que dice algo así como que el próximo huracán llevará tu nombre pero yo nunca más voy a nombrarte.