DISTRACCIÓN MASIVA
Día de qué?
Yo no festejo San Valentín. Festejo
LUPERCALIA (ver recuadro)
And my Taroc pack and my Taroc pack
Eran las 3 de la mañana y no había quedado ninguna parte del cuerpo ni del alma sin recorrer. Distintas sustancias viajaban en la sangre. Entones, las brujas (
María y
Nessie) sacaron un mazo de Tarot y nos tiraron las cartas a nosotras (
Lolamaar y yo), que estábamos algo aterradas.
A mí me salió esta:
Y también otra en la que se suponía que yo le daba maza a unos tipos malos, otra con una mina montando un animal y llevando una antorcha, y otra que tenía a un ser andrógino (las brujas insistían en que era femenino) con mucho oro y los campos sembrados.
Mujeres, fuego, potencia y bienestar. Algo así, dijeron.
Yo no leo poesía
Los varones que usen esa frase, ahórrense cualquier intento de aproximación. No tienen chance. Lo mismo para las chicas que quieran ser mis amigas.
Estudios del corazón
9:45 am. Cardiología. Un hombre de pelo negro y ojos azules, igual a Ray Liotta pero sin pozos en la cara, todo de negro y sin reloj ni anillo, pide un turno. Tiene que ser para hoy, dice, porque soy de afuera. Lo único que lo hace parecer de afuera es que dice “aquí” en vez de “acá” (“No soy de aquí”). Cuando le piden un número de teléfono dice que no tiene, que no sabe ningún teléfono de memoria. No parece estar loco. La chica que atiende explica la situación a los gritos a la señora del mostrador de enfrente y le pregunta qué poner. Poné cualquiera, poné el de acá, sugiere él. Todos lo miran.
Una viejita camina por el corredor. Su marido, con poquísima fuerza, le apoya la mano en el hombro. Conversan.
Tomo un café en la vereda. En la mesa de al lado, un hombre habla, supongo, por su celular. Cuando viene el mozo y le pide que pague, me doy cuenta de que hablaba solo. El café se pone amargo.
En la sala de espera, una mujer de algún país de Europa del Este le da la teta a su hija recién nacida. Un hombre morocho y diminuto la mira. Una señora de rulos le pregunta cómo se llama. “Nania”. “¿Dalia?”. “Nánia”. “Ah, Narnia.”
En el hall central me cruzo con un grupo de médicos a las risotadas. Uno es el hombre que sacó de la panza a mis dos hijos. Me da un abrazo y sigue caminando.
Retiro mis estudios. “Óptimo”, dice en todos lados.
El kiosquero de enfrente me regala una plancha de stickers de la mujer maravilla. Estamos empezando a conocernos.
Todos tenemos una debilidad en el pantalón
Para que no se confundan, me regaló unos stickers y me dijo: No te hace falta el disfráz, lo tenés tatuado en la piel.
De fondo suena "Girls Just Wanna Have Fun"
Domingo, 9:22 am
Locutor 1: ...Hay un proyecto de ley para cambiar el "de" por el inclusivo "y". Pero en Córdoba ya patentaron el uso del "con" en vez del "de". Porque parece que a algunas mujeres les molesta el uso del "de" porque connota propiedad.
Locutor 2: ¿Y los hombres que tienen varias mujeres cómo harán? Una S.A...
Locutor 1: Yo no entiendo bien por qué hacen tanto lío, y la verdad me tiene sin cuidado si se usa el "de", el "con" o el "y" --aunque con el "con", si yo estoy con vos, ¿quiere decir que somos maridos?. Lo que sé es que las leyes por algo están.
Creo que estoy enamorada
Lo que más me gusta de mi cuadra es que hay dos kioscos. Y dos más al doblar las esquinas, enseguida. O sea que en más o menos 120 metros hay cuatro kioscos. La proporción se continúa en las cuadras aledañas.
Los kioscos me tranquilizan. No es que los use tanto. Compro juguitos, cocas, golosinas antes de ir al cine (en el cine son medio caras) y eventualmente, cuando desobedezco al neurólogo, un migral. No compro cigarrillos ni estoy, como el chico de mi edificio que pasea perros o el que arregla electrodomésticos, parada todo el día en la puerta del kiosco, charlando o consumiendo. Trato de no comprar casi nada en los kioscos porque, la verdad, diez metros más allá hay un súper chino y ahí todo --las cocas, los alfajores-- está más barato. Pero me gusta que estén ahí, tan cerca, cuando los necesito.
Dos de los kioscos son mis preferidos: el de los japoneses de la vuelta, donde compro figuritas, brillantina y plasticolas de colores o un juguete trucho de tres pesos cuando los berrinches me superan, y el de enfrente, que lo atiende un hemipléjico. Una vez estuve muy triste. Me había separado de un chico al que quería mucho. Fui, me corté el pelo como un varón y me pinté las uñas de azul. En la editorial, mi jefe, típico argentino que las prefiere de pelo largo, me odió. Ese fue el principio de una indemnización, no fue mal negocio. Tampoco lo fue que me pasara tres meses (¿o fue uno solo?) yendo del trabajo a casa y al revés, en subte, matándome con los Smiths, y metiéndome en la cama a leer novelas japonesas y nada más. Las novelas japonesas me daban consuelo, capaz por toda esa nieve y porque sus personajes estaban todavía más tristes que yo.
Los kioscos tienen el mismo efecto que las novelas japonesas. Cuando voy al de los japoneses, que ya me conocen y me tienen paciencia, me acuerdo de esa época. Hay uno lindo, que me mira con esos ojos chatos y grandes. Pero para mí eso es algo de otra época. Ahora me gusta el hemipléjico.
No puedo decir que sea lindo, pero es evidente que es buena persona. El otro día iba caminando por Billinghurst a la noche, espiando las plantas bajas para ver qué cocinaban, y todos los hombres con nenes de la mano me decían piropos. Él subía hacia Santa Fé y me puse al lado suyo, caminamos juntos, yo en ojotas, él ocupando el ancho de la vereda con sus piernas torcidas y los brazos abiertos como si llevara un fardo de diarios de cada lado pero sin nada, sólo aire.
Le hablé del tiempo y fui despacio, porque él arrastra los pies y va despacio. Le agradecí el cambio que me da siempre y me dijo que nunca le da cambio a los que compran cigarrillos, no sé si por un tema moral o porque los fumadores le caen mal --no como a mí que veo un tipo fumando y digo: ah, tiene una debilidad. Entre los dos, formábamos un escudo fuertísimo que me defendía, nadie nos podía pasar, ni los prepotentes ni los pajeros.
En un momento nos separamos. Yo me iba a la casa de mi amiga politóloga recién mudada, un último piso con terraza en pleno centro, en un edificio en el que vivió Girri. Pensé en cómo sería cojer con él, con sus piernas inútiles y sus brazos deformes, demasiado fuertes. Me imaginé que estaba bueno, cojer con él. Y que, además, él era buenísimo. Tiene una cabeza rara, enorme, el cuello grueso, y una cara de
buena persona que te dan ganas de casarte.
En la esquina de Juncal o de Arenales (me gustan las calles con nombre de accidente natural: charcas, cerrito, corrientes) me di cuenta de que me había olvidado los vasitos para vodka que había comprado para festejar la mudanza. Volví rápido a buscarlos y lo vi, entrando de nuevo al kiosco, él también se había olvidado algo. Pensé en volver a caminar con él, pero a mi paso, cuando él llegara a Juncal, yo ya iba estar en la terraza del centro.
En la terraza, entre queso gouda, cerveza y amigos de la dueña de casa que se acomodaban en la silla cada vez que yo decía pija o cojer, un periodista rubio dijo: Este lugar está buenísimo, pero me quedo con San Isidro. Ahí, con los mástiles en el río, y las Galerías Pacífico irreconocibles, iluminadas de las vidrieras para arriba, me puse triste. Cuando estoy triste me da por comer siempre lo mismo: ravioles fríos y helado al mediodía, ravioles fríos y helado a la noche. Tiene algo de ascético, purifica. Igual, mi kiosquero me cambió la dieta. Con el vuelto me regaló un bombón. Ayer pasé y estaba charlando con una mina. Le decía: ...soy buena persona. Ni falta que lo digas, cielo.
están todos invitados
BRANDON GAY LEE VERANO DOMINGO 5 DE FEBRERO 19 hscasaBrandon, drago 236 esq. lavalleja
entrada libre y gratuita
Esta temporada voy nadarvoy tener más de una bikinillevaré toda mi indiosincrasiahacia la más absoluta vacaciónser cualquier persona en mallael mar destruye la memoriacualquier paraíso lo haceser un cuerpo tibio en la arenaalgún día de esta temporadaquisiera ver detrás del marel África. (poema cortesía de Clara Muschietti)Bañistas
Gabriela Bejerman
Marina Mariasch
Cecilia Pavón
Diego Manso
Not Poet Nico Pony
Sebastián Hernaiz
Canciones e Hipocampos: Nico Pony
Guardavidas, Ideas y Producción General: Robinson Oberti, Leonor Silvestri y Brandon Gay Day ONG
Sol lucet omnibusBGL, ¿Quién te dijo que todo lo serio es aburrido, que todo lo divertido es frívolo?
ER - 23.20 pm
Dr: A ver, ¿qué te anda pasando?
M: Me duele acá.
Dr: Eso no parece una emergencia... Vení, pasá que te voy a revisar. Acostate. Tocate y decime qué sentís.
M: Es acá.
Dr [pasa sus manos por todos lados]: ¿Qué pasa, te duele todo?
M: No, me hizo cosquillas.
Dr: Estás muy bien. No parece haber nada.
M: ...
Dr: ¿En qué trabajás?
M: En la computadora.
Dr: ¿Pero a qué te dedicás?
M: A... la literatura.
Dr: Qué copado. ¿Qué hacés?
M: Eh... trabajo en una revista de rock.
Dr: ¿No me decís en cuál? ¡Me hacés sentir un viejo!
M: ...
Dr: ¿Y dónde vivís?
M: Palermo.
Dr: Pero dónde.
M: xxxx y xxxxxxx.
Dr [revisando la historia clínica]: ¿Treinta y dos añitos? Sabés que no parecés, ¿no?
M: ...
Dr: ¿Dos hijos? ¿No serán hermanitos?
M: Jé.
Dr: ¿Y hacés gimnasia, no?
M: ...
Dr: ¿Estás muy pasada de rosca, mucho trabajo, te pasó algo?
M: ...
Dr: Bueno, parece ser muscular...
M: ¿No puede ser que me esté muriendo?
Dr: Te faltarían un par de síntomas más. ¿Los dolores de cabeza cómo van?
M: Quedaron en el pasado.
Dr: ¿Y los de garganta?
M: En el pasado [después de que el Dr al que consulté por anginas terminó interrogándome en profundidad sobre mi vida sexual]
Dr: Todo lo malo en el pasado.
M: Ahá.
Dr: Mmm... tengo un hambre... ¿Ya comiste?
Y no es que tooodos los médicos me quieran levantar.
Es que los médicos me encantan y no lo puedo evitar.