Unzeitgemasse Betrachtungen
B entra con una moneda de 20 hellers en la mano. No tengo idea de cómo llegó hasta aquí, pero lo recibo como un augurio: como a ese paquete vacío de cigarrillos que guardé durante años, codicio todo lo que tenga algún origen checoslovaco.
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Este tema me convoca: Andy, otra vez, hablando del sexo con la mucama,
cuestión sobre la que escribí hace un tiempo. Y Andy, de nuestro lado, sintiendo vergüenza ajena por lo que dicen sus compañeros de radio. Nadie,
estimado Beatnik, le pide más. Personalmente, prefiero no pedirle nada a nadie.
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Ayer, en el día de todos los
pequeños y monstruosos Schopenhauers*, recorrimos los rincones artificialmente iluminados de la infancia, buscamos un pez dorado en una bolsita de nylon, recibimos a los nuevos ímpetus con los párpados hinchados y nos dormimos con las ráfagas estremecedoras de lo que está por empezar.
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En cuanto a mí, nunca he comprendido cómo dos seres que se aman y creen hallar en ese amor la felicidad suprema, no prefieren romper violentamente con todas las convenciones sociales y sufrir todo género de vergüenzas antes que abandonar la vida, renunciando a una aventura más allá de la cual no imaginan que existan otras. A.S.]