En la calle cuelga un par, mojón
del diablo, síntoma
de algo. La visita hace que afloren
polleritas y una música
que es para empezar
a bailar de a poco, con un vaso
en la mano mientras le mirás
los libros al dueño. Ahí se dan
el beso como una provocación
al contexto y se abre
el primer racimo
de nubes. Igual,
es secular. Los pensamientos
se van sentando como se sientan
los caballos de noche
en un campo seco.
Esto es el drama del amor
no digo hackear la clave
demasiado sólido, el otro.
Amar es un intransitivo muy común
en el habla se oscurece
en la redención se enciende
en el riesgo del cierre
que sube y raspa, viste
de otro, calienta. Ah, pero
cómo te pone lo nuevo
Nunca voy a saber
si enamorarse es lindo o feo.
***
Están esas personas que tienen
en sus madres embajadas.
Me hacés masajes con el dedo de fuck you
tomás un vino con la etiqueta de tu hijo
los demás hacen sombra más allá
Es muy probable que dios no exista.
Nos volvimos tolerantes y lentas
El bebé está en el período
de cacerola. Nadie más cocina
ni la toca. Carola
come torta de la olla.
La leche es alimento que viene de lejos
y se aloja en el origen.
La mujer es un fuerte
un cuerpo procesado, irrecuperable
pero con corazón. La chance
de estar incómodo en galones sólidos.
Vivimos al oeste de los sentimientos.
Esto no es un poema de amor
es un recordatorio de que tanto
el discurso instrumental como el teórico
pueden transformar un él en ellos
una conversión dramática y horrible
como de objeto a sujeto
y meternos de cabeza en la tragedia del otro,
una bandera total, el ejército imparable
de uno solo.