DISTRACCIÓN MASIVA
Tropicalísima
SIESTA presenta
Mecánica de la distracción
de Camila Do Valle (Río de Janeiro)
en traducción de Cecilia Pavón
Viernes 28 de abril - 19 hs.
Feria del Libro - Stand de Brasil
Caipirinha gratis nombrando este blog.
Oh, tú, degeneradita del demonio
Si fuera un Beatle sería
Ringo.
Hipercriticismo esquizo o no sé hacia dónde voy pero al final del túnel veo Treblinka
Mi madre me cuenta que fue al Colón a ver un espectáculo por un aniversario más del levantamieno del Gueto de Varsovia. Estaban Scioli, Cristina, el presidente de la Daia, Nacha, Cecilia Milone que cantó el himno, me dice.
Por mi parte, me contento con haber ido al cine a ver una película entretenida y, sobre todo, de haber vuelto al cine normal.
No es amor, no es amor; es una obsesión
Martín se para a la derecha de sus padres.
Mariano dice no tener nada que perder.
Fede tiene fe en la Avenida de las Chicas Lindas.
Y
Paulita registra los lazos de sangre.
Teoría del cielo
¿Por qué a los chicos que me gustan la plata se les escapa de las manos? ¿Por qué los países que me gustan al final son periféricos, marginales? El otro día, en la residencia de la embajadora de Finlandia en Argentina, éramos ocho. Ahí me enteré de que Finlandia, un país que no conozco y que siempre me gustó, como una modelo que además fuera inteligente, era el patito feo de Escandinavia. Según Tomi Kontio, el poeta homenajeado que había venido a presentar un libro publicado por
Black & Vermelho, los suecos son más ricos, más inteligentes y más lindos que los finlandeses.
Tomi (1966) me preguntó si acá nevaba, y me contó que allá nieva unos cinco o seis meses al año. Le pregunté si en su casa se peleaban por a quién le tocaba barrer la nieve de la entrada, como acá por a quién le toca lavar los platos (asumí que allá todos tienen lavavajillas), y me dijo que no porque en su edificio había portera, pero "the poor people"...
--Ah, ¿hay pobres en Finlandia? --dije yo.
--¡Oh, sí! --dijo él, entre ofendido y orgulloso.
Y así me enteré de que en Finlandia hay pobres.
También supe que el gorro que a mi hijo mayor le dio por no sacarse, uno naranja y rojo que dice TAMPERE CAMPING FINLANDIA y que mis padres trajeron de Finlandia circa 1969, era como si allá alguien usara un gorrito que dijera LA FALDA ´73.
Me enteré de muchas cosas, como que los finlandeses bailan tango (tango finlandés), que es muy parecido al nuestro, un poco más marcial, pero en vez de ser urbano es rural y un poco más... frío. Uno, ávido de viaje, lo bailó con cuanta dama nórdica se prestase y tuvo quorum, entre la embajadora (una mujer de pelo corto y nariz de duende, elegante, culta y feminista que repitió unas siete veces a lo largo de la velada que Finlandia fue el primer país en obtener el voto femenino y que la candidata pueda ser mujer), Petra, primer secretario (sic) (una rubia perfecta de ojos redondos y alertas que sabía demasiado sobre la realidad nacional: hasta tenía una lectura sobre la creación de la Ciudad Universitaria) y Eva (sick, porque terminó descompuesta), más al estilo Björk meets Scarlet.
Me pareció que entre ellos y nosotros había más en común de lo que creía. Mientras todos daban un paseo por el jardín de la residencia, me quedé en el living leyendo Anobium Pertinax, el libro de Tomi, y sentí que mi corazón se apretaba como un puño. En la traducción, en los poemas, matrimonios rotos pasando de una lengua a otra, de la tierra al cielo. Pensé en Swedenborg, que no es finlandés pero es escandinavo, en sus teorías del cielo y en las cosas que dice sobre el matrimonio:
Quienes viven en el auténtico amor conyugal permanecen en la divina verdad y en la divina bondad. También la falsedad y el mal se aman, pero este amor se transforma en un Infierno.
Cuando volvieron, pensando en el infierno, pregunté por los saunas. Allá son un ritual habitual, y en general los hombres y las mujeres los usan por separado. Quise saber si ahí, entre el calor infernal, seco (¿o era húmedo?) y sofocante, los hombres transpirados hablaban de mujeres. Y supe que sí, pero que no se excitan ni se les para porque el calor es demasiado. Una vez traté de cojer en un sauna y no pude, dijo uno.
Después del mal trago de la conversación sobre las papeleras (inevitable), siguieron otros tragos más dulces, mientras Tomi saciaba su curiosidad acerca de los piqueteros, los cartoneros (
ahí fue cuando tuvimos esta discusión ) y --el cielo se partió en dos por un rayo-- el peronismo.
En el taxi de vuelta, Tomi me preguntó si tenía plata para pagarlo. Le dije que sí, sin fuerzas para explicarle que mi sueldo debe ser parecido al peor subsidio de desempleo finlandés. Me dijo que hacía poco se había ganado un premio, muchos euros, pero que la plata se le escapa de las manos como arena. Me habló de la estrella polar, de lo mal que se sentía porque que su matrimonio no hubiera durado toda la vida, y de la amiga que había dibujado el pegaso tatuado en su antebrazo. Me dijo que tenía más tatuajes, uno de un avión y la cara de Kafka, más arriba, pero yo no los vi. Cuando llegué a casa, con todo esto en la cabeza y un par de cosas más, escribí este poema trasnochado que no sobrevivió al cielo blanco de la mañana siguiente.
En la corona del cielo
la luna del otoño: el verano
pasó volando. Ya casi no me acuerdo
de los huecos donde ahora asoman
juncos secos que se encienden
con los relámpago. Adentro
el humor se llena de humo, piñas
prendidas, y en seguida
nos sentimos perdidos.
Cada fósil una foto
envuelve la historia de una roca
en forma de corazón.
El texto sólido de una filosofía
para princesas escapa a un párrafo
escarpado, galopando discursos
levemente sin fondo.
Todavía hablamos de lo que fue
de las verdades y mentiras
de la democracia, la paz
que todos aman al final.
Las cosas se mueven
arrastrando y conforman
la aquitectura de un cielo
que visto de oscuridad.En la expansión: luz sin nubes,
matrimonio celeste. La luz así es justo
como tiene que ser, igual a la música
de vocales largas que bailamos
bajo el cielo de la pista.Cuando escuché "Marrina, Marrina..." supe que era hora de irme y me fui a dormir. Pero antes de acostarme intenté descifrar la dedicatoria que dejó Tomi en el ejemplar que me regaló
Cristian, leí un par de versos al azar --uno sobre un cielo de cuero y otro que decía "te arreglo el pelo"--, y casi, casi, lloro.
Hoy tomé sopa de letras y formé tu nombre
Otra vez en el cine. El chico de la butaca de al lado no tarda más de dos segundos en hacerse mi amigo ("Hay un olor raro acá, como a relleno de empanada de carne ¿no? Te juro que yo no soy y, definitivamente, no podés ser vos.") Es el francés de la fila de adelante, le digo, y compra un balde de pochoclo para compartir. El crunch-crunch tapa un poco lo que dice Wolf cuando presenta los cortos, Elle & Jagger y otros ("..hay una búsqueda hacia realidades enrarecidas..."). La peli empieza. Sigue la moda de autodocumentarse:
--¿Y por qué papá tomaba?
-- .... (cejas para arriba)
[...]
--Ay, no sabés lo que me divertía con tu padre...(papa una mosca)
--No sabés (acota la tía)
Pienso que a estos pibes los deben haber malcriado mucho de chicos, les deben haber festejado cualquier monería, y también pienso en la moderada justicia detrás de todos esos estudiantes de cine dilapidando las fortunitas de sus padres enriquecidos en los 90.
Pero, por sobre todas las cosas, pienso en la sopa.
La evolución de Argelia me hizo experimentar una decepción de otro orden
Notas mientras leía Simone de Beauvoir en Uruguay:muchos autos
a poca distancia del suelo
sé que hay una continuación pero la olvidé
corazón de piedra, indiferencia
sin vacilación en los signos
el corazón lleno de furia
entre lo que se pierde hay de todo
la revolución social no alcanzará a resolver nuestros problemas
Después, hablé de chicos con mi hermana de 15, vi a un zorro gris revolviendo la basura de noche, puse curitas sobre heridas de diversos tamaños, comí conejos de chocolate hasta empacharme.
Notas mientras leía Yoshimoto y tomaba café en el Abasto:Las hileras de coches estaban terriblemente silenciosas. Aquel pequeño aparcamiento parecía el fin del mundo. Siempre me siento un poco así en el momento de separarnos.
Cuando estoy con él, me siento como si estuviera en pleno invierno.
Yo lo sabía. Ninguno de nosotros ha nacido de las ramas de un árbol. Él tiene padres y, en cuanto a ella, los suyos deben estar sumidos en la mayor tristeza. Tantas realidades derivadas de la desgracia que se ha cernido sobre ellos: el hospital, los cuidadores, los gastos médicos, el divorcio, el registro civil, la decisión de dejarla morir... Seguro que todo esto existe.
En algún momento de aquel día yo dejé atrás a la chica saludable que había sido.
Después entré a la sala para ver Clean, Shaved. Lo que puedo decir es que el director parece haber visto demasiadas veces Psicosis y que me pasé más tiempo de la peli con los ojos tapados que mirando.
Primavera en abril*
No veo nada, está oscuro
Me enamoro ocho de cada diez veces
que viajo en transporte público.
Los pájaros cantan los nombres
de películas malas, novelas buenas
Urgencias, emergencias, ¿cerebro o corazón?
Ahora creo que me gustás
pero es sólo que con vos
entiendo Lukács.
Los pájaros cantan los nombres
de películas malas, novelas buenas
Picazón, hinchazón, ¿cerebro o corazón?
*[canción]
Temor y temblor
El domingo pasado, que es el día que miro tele (de diez a doce, más o menos, porque está el analista internacional que me gusta con el columnista de Página que todavía leo), vi a Tomás Abraham en un programa de cable que si no se llama El monitor podría llamarse así (en la pantalla se ve una tele donde entrevistador y entrevistado se ven y analizan lo dicho en el bloque anterior).
Abraham habló de los 70. En el fragmento que vi, habló de esa gente del primer cordón de la gran militancia, de los que por lucidez o falta de coraje no tomaron las armas y resistieron leyendo, viviendo con miedo, tuvieron más de un amigo o un pariente desaparecido, se juntaban en grupúsculos clandestinos de estudio. Fue honesto, no se montó a ningún caballito de batalla propio ni ajeno para jugar al héroe en el aura de los 30 años, y hasta dejó que a algún televidente --como yo-- se le erizara un poco la piel al pensar en esos filósofos, sociólogos, psicoanalistas que se reunían a leer Melanie Klein en casas bien ubicadas, entre arte moderno e indígena y muchos almohadones.
Yo viví la dictadura en ese cordón, en esa minoría --"minoría", dijo Abraham-- que sabía perfectamente lo que pasaba, que no se fue, pero que básicamente intentó seguir más allá del pánico con la vida intelectual y burguesa que conocía. Alguna vez traté de aferrarme a las hazañas más heroicas de mis padres --Ezeiza, la Plaza conmigo en la panza, las quemas de los libros que se habían traído de la URSS o alguna foto cerca de la bandera de Montoneros-- para creer que habían militado en serio. Pero no, están vivos. Y de alguna manera fue redentor verse en la tele, en palabras de un hombre inteligente, sin autoindulgencia, sin autoflagelo tampoco.
Igual, no creo que el haber estado en ese primer cordón durante la dictadura, ni en el segundo o donde fuera, te quite el derecho --o, si querés, la opción-- a ir a la marcha por los 30 años, a pensar el Golpe o a opinar. Desde ya, en la marcha debieron haber habido casi tantas posiciones como participantes, casi como durante la dictadura, pero yo no sé --y no estoy siendo irónica, simplemente no sé porque durante la dictadura era muy chica-- si durante la dictadura me habría quedado en mi casa. El miedo de mis padres me llenó de fuerza, así como la fuerza de sus padres llenó de miedo a muchos hijos. Como sea, lo que dijo Abraham sobre la
memoria setentista fue mucho más noble --de más está decirlo-- que lo que le escuché en esos días a Don Pepe (también descreído de la marcha pero por razones más egocéntricas), a Don Ernesto (otro desconfiado, pero por razones más culposas), y a muchos otros. Y me dejó pensando.
El problema con Abraham en el programa del domingo, ese que tiene un decorado de láminas blancas en las que un marcador negro a mano alzada explica la mecánica, fue cuando se puso a hablar del presente. No de que
se niega a comer conejo ni del conflicto con las papeleras. No de las elecciones en Perú ni de Berlusconi, sino de la resistencia hoy. Y ahí, afirmándose en un plural dudoso que lo incluía, me dejó pensando otra vez. Me pregunté si cuando decía que "la resistencia la estamos haciendo desde otros lugares" (perdón si la cita es inexacta, pero ya pasó más de una semana) se refería a sus columnas en Perfil, a medios de divulgación que desconozco o que conozco pero a los que accedo sólo de lejos (como su cátedra o sus seminarios), o a TP, cada vez más aburrido y más a la derecha --
Semán tiene razón--, tratando de extrañarse en la cola del súper para no ser sólo el marido que vuelve a casa con el yogur para la constipación, o amas de casa desesperadas --Julieta (caliente) y Romina (furiosa), no-- que se horrorizan con las marchas o el estilo K como las señoras con perrito de mi barrio, y sin Schmidt, que nos había malacostumbrado a pasarla bien, ahora de licencia. Me quedé pensando y me pregunté si eso era la resistencia.
Concedo --con la capa de sarcasmo que él mismo le unta-- en que hablemos de contraopinión, sumándole tal vez a los
requisitos del contraopinador, alguna rarity sonando de fondo, mientras con las Topper toma café en un bar en el que nadie sospecha las genialidades que pasan por su cabeza, o viaja en subte, donde hasta puede parecer uno más, alienado, yendo a trabajar. Pero, por favor, que alguien me diga, la resistencia dónde está.