Esto está pasando ahora
Voy caminando por la avenida Santa Fe. Cerca del shopping empiezan a escucharse los bombos y los cantitos que vienen desde... adentro. Y de repente, eso que pensaba ayer
(¿cómo es que piden limosna a los que pasan cargados de bolsas? ¿por qué no, digamos, rompen todo?) parece estar pasando. Me acerco y pienso cuánto puede durar hasta que repriman y se acabe el espectáculo, pero no: son sólo los empleados de comercio, reclamando en camisa por que el 24 y el 30 los negocios cierren temprano. El alboroto se circunscribe a un espacio que ni siquiera impide el paso. Un policía de ojos claros mira de lejos un poco resignado.
Pasan unas chicas de catorce cortadas por la misma tijera con aparatos, mini de jean y todas estrellas. Una: Que me clavo, me clavo la de Pablo. Y después: Boluda, ¡se te pega! Y se suma al canto: No nos dejan festejaaar...!
Sigo camino a casa. A la media cuadra ya no se oye más nada. En la puerta del registro civil, cerca de una paloma apelmazada, un nenito de dos con la remera gastada de otro de seis que va a un colegio privado levanta el arroz de una boda que tuvo lugar ahí.