El gran desmoronamiento del terreno parece no haber terminado aún y es terriblemente difícil determinar la estrategia y ordenar la batalla en un suelo tan movedizo y agrietado. A decir verdad ya no temo nada. Al principio, el 4 de agosto, me asusté; después recuperé toda mi calma. La catástrofe ha tomado tal amplitud, que las dimensiones normales del sufrimiento y la culpa humana ya no sirven; los desencadenamientos de la naturaleza tienen un poder calmante por su misma amplitud y su carácter ciego. Finalmente, cuando las cosas llegan al punto en que todo el esplendor de la paz no es más que un fuego fatuo sobre los pantanos, lo mejor es que todo reviente. Entretanto, experimentamos el suplicio y la incomodidad de este estado de transición que realmente se aplica a nosotros: cuando lo muerto se apodera de lo vivo. El carácter miserable de nuestros amigos que dudan, de lo cual usted se queja, no es otra cosa que el fruto de la corrupción general reinante en la barraca que resplandecía en tiempos de paz y que hoy se desmorona. Y de allí la prueba; no era más que un petardo mojado. Esto debe, fatalmente en mi opinión, seguir desmoronándose y estallar en pedazos hasta que no quede más que la madera sana
Quien para transformar la sociedad se decide por el camino de la reforma legal, en lugar y en oposición a la conquista del Poder, no emprende, realmente, un camino más descansado, más seguro, aunque más largo, que conduce al mismo fin, sino que, al propio tiempo elige distinta meta; es decir, quiere, en lugar de la creación de un nuevo orden social, simples cambios, no esenciales, en la sociedad ya existente. Así, tanto de las concepciones políticas del revisionismo como de sus teorías económicas, llegamos a una misma conclusión: que no tienden, en el fondo, a la realización del orden socialista, sino simplemente a la reforma del orden capitalista; que no quieren la desaparición del sistema de salario, sino el más o el menos de explotación. En una palabra: pretenden la aminoración de los excesos capitalistas, pero no la destrucción del capitalismo mismo.
Personalmente la mayoría de las veces no me gusta el porn.
Creo que no es lo explícito lo que me molesta. Lo explícito es lo que hace que exista la salvedad "la mayoría de las veces".
El problema es que, cuando miro, a las protagonistas no les creo que sean presas del éxtasis y las voluptuosidades. Más bien parecen preocupadas por llegar a fin de mes, pagar el alquiler o pegarse un pico al final del rodaje.
Tienen la cara que yo pongo en la oficina, cuando pienso que dilapido mi sangre joven con esclavitud voluntaria, creyendo que gano algo y nada más sobrevivo.