Gimme Shelter
"Con un poquito de ayuda de los padres", dijo el periodista encorvado --compañero de redacción, hace un tiempo-- de quien, confieso, estuve secretamente enamorada. Algunos dirán que sí, que esto era
das Ding in sich, otros prolongarán una "m", cuando después de la larga risa de todos los años por venir nos
preguntemos: ¿éramos felices o no tanto?
¿Quién va a pagar esta nueva
fantasía santaclausiana de Néstor para una luquita de niños ricos menores de 35 años?
En estos días, ya casi nadie se acuerda de
Cuba, ni le importa demasiado el abrazo de entre Fidel --parado, en pijama (me viene a la mente un
poema)-- y el Chavo. Pero a mí
todavía me acosa el
Carapálida . Qué fácil es
ser peronista con
el peronismo menos peronista de todos.
Cómo saben estos tipos de
tibieza y hormonas. Los inquilinos de
Palermo y Belgrano ya doran sus pieles en el spiedo de la incipiente primavera, pero ¿estarán dispuestos a cruzar la avenida que resignifica las calles para pasar a ser propietarios?
Volvió el crédito.
Das Ding fur mich: me despierto con el sol, inhalo los polvos fértiles que componen el aire y, de repente, creo en todo, hasta en el amor.
Ah, esa incierta felicidad que nos depara la sorpresa en las encrucijadas de la estupidez, llámesele: docta ignorancia.