Movimientos demasiado vivos o demasiado lentos no percibidos
Los chicos dan vueltas en algo parecido a lo que era El Pulpo. Una nena se enrosca el pelo en el volante y tienen que raparla. Aquí cualquier epiléptico sufriría un ataque. Yo, por las dudas, siguiendo el camino de Keyserling, o de Jaspers, me retiro hacia una zona aislada.
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Estamos en plena paradoja. Hay cierto confort en esa fatalidad (pensemos en el amor fati de Nietzsche, el ser-para-la-muerte de Heidegger, el pesimismo heroico del prefascismo y del fascismo, etc.). Pero sólo por ahora: no hay manera de eternizar este estado de cosas.
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Viniste a escuchar, pero has confundido los brincos de la maravilla, el cuero del desastre. Te fuiste de manera brusca y después, contrapuesto, volviste para engrosar la lista de los que dicen mi nombre en diminutivo. Me encanta que me llamen así, por cierto.