De brevitate vitae
Me paso la mañana leyendo textos perecederos, que cuando lleguen al papel serán subestimados. Implacable, a las 7.40, mi reloj interno anuncia: la paz antihistamínica ha terminado. Todas las noticias hablan de lo mismo sin nombrarlo --las locutoras enroscan interjecciones en la lengua buscando un eufemismo para
aborto.
Me consuelo en la generosidad de poemas viejos y hago todo tipo de aclaraciones para que nadie malentienda. Carezco de certezas sobre las posibes derivaciones de ciertas prácticas recientes. Tejo un texto comprometido con personas indispensables que están lejísimos. En un rato van a decirme cuánto vale mi
full disclosure y no creo poder negociarlo. Más tarde, comeré frutillas silvestres servidas sobre la frazada de la infancia. Supongo que debería estar contenta pero me estoy muriendo de miedo.