Stop me oh oh oh stop me
Yo siempre sentí unas ganas incontenibles de sacar un FAL y descargarlo entero contra esas personas que, más probablemente en el hemisferio Norte, manifestan prolijamente en círculos, con carteles rígidos en los que se leen, con letra de diseño, statements como "pets have feelings too" o "no human being is ilegal". Lo que nunca pensé es que ese sentimiento podía surgirme aquí no más y más por la forma que por la causa. Eso hasta esta tarde en la que, por Libertador a la altura de Plaza San Martín, y mientras el reloj de la Torre de los Ingleses daba las cinco, un grupete de veinte o treinta inadaptados avanzaba a mano custodiado por dos motos de la cana, liderado por una mujer disfrazada de algo y dos hombres haciendo de campesinos explotados. Atrás venían otras personas entre las que divisé a una nena de diez y a una abuela en silla de ruedas. Los carteles, aunque bien hechos, no los llegué a leer (venía del lado de enfrente, y aclaro que el malestar no fue porque cortaran o complicaran el tránsito, cosa que no hacían) pero creo que decían algo así como "los agronegocios matan". Estaban casi para el fusilamiento en masa. Y sí, la nena y la vieja también.