Hoy tomé sopa de letras y formé tu nombre
Otra vez en el cine. El chico de la butaca de al lado no tarda más de dos segundos en hacerse mi amigo ("Hay un olor raro acá, como a relleno de empanada de carne ¿no? Te juro que yo no soy y, definitivamente, no podés ser vos.") Es el francés de la fila de adelante, le digo, y compra un balde de pochoclo para compartir. El crunch-crunch tapa un poco lo que dice Wolf cuando presenta los cortos, Elle & Jagger y otros ("..hay una búsqueda hacia realidades enrarecidas..."). La peli empieza. Sigue la moda de autodocumentarse:
--¿Y por qué papá tomaba?
-- .... (cejas para arriba)
[...]
--Ay, no sabés lo que me divertía con tu padre...(papa una mosca)
--No sabés (acota la tía)
Pienso que a estos pibes los deben haber malcriado mucho de chicos, les deben haber festejado cualquier monería, y también pienso en la moderada justicia detrás de todos esos estudiantes de cine dilapidando las fortunitas de sus padres enriquecidos en los 90.
Pero, por sobre todas las cosas, pienso en la sopa.