Engels a Schmidt
A la larga, el vencido sale, a veces, ganando --económica, política y moralmente-- más que el vencedor.
[Por suerte, Lola juró ver un ovni, y terminé panza arriba en el pasto. Y mientras ella, de tanto mirar el cielo, se agarraba un dolor de cabeza, y las niñas amasaban con plastilina las últimas energías, a mí la insolación me fue bajando.
Después, Benita y yo nos tomamos un helado y nos fuimos a escuchar a las florencias. Afuera, un chico con la mochila llena de diarios me prestó el Perfil, pero se me pasó volando. Y justo cuando empezaba a leer la columna de Quintín, empezó la música y entramos. Fabián me contó que había ido a pasear con Baltasar y que el chico de los diarios se llama Alejandro.
A Benita le perdí el rastro. Cuando la encontré, estaba sentada en la barra con papas fritas y agua.]