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De noche, aparecen los fantasmas. Hay monstruos abajo de la cama y a veces no puedo dormir. Surgen pensamientos negros, se enciende la máquina y no para. Pienso: Si gana Macri me voy. Me imagino despertándome en una ciudad pro, con mucha gente que dice “cho” en vez de “yo” y “colorado” en vez de “rojo” para distinguirse. Muchas camisas color pastel. Indignado, dijo, como si hablara de la 31: Estuve en Urquiza y una vecina me contó que ya no le importaba si comía o no comía porque no podía salir a la calle. Ahora sí va a haber muchas señoras con claritos y kilos de más porque les van volver a las ganas de comer. Y va a haber mucha más gente menos obvia, más oculta tras sus anteojos, libros en la mano e hijos en colegios con gabinete psicopedagógico que también va a estar contenta. Los preludios del verano broncean y la gente se ve más linda, más flaca. Me imagino una ciudad Gente.
Son esas cosas que pensamos en el medio de la nebulosa nocturna. A las siete, ocho, cuando abro los ojos, sé que decir eso es ridículo, y pensarlo es casi ilícito. Podría apostar lo que tengo a que nadie va a dejar la ciudad porque Macri gane las elecciones. Es improbable que dejemos nuestras casas por razones puramente ideológicas, educadas, democráticas. De todos los que amenazaron, ninguno se fue cuando ganó Menem. Con los militares, fuimos y vinimos varias veces desde Ezeiza pero el exilio fue más bien preventivo y playero. A la noche las cosas parecen horribles. Pero si las pesadillas se hacen realidad nos acostumbramos, y al final no es tan terrible. Difícil que deje a Buenos Aires, porque además estoy enamorada. Me doy cuenta cuando la vuelvo a ver, cuando me acerco y me late más fuerte.
A la noche a veces no puedo dormir, pienso cosas feas. Que gana Macri, o que Isabel quiere ver Paraguay-Uruguay y no se puede comprar la tele. Con su novio, fueron a un Frávega para pagarla en cuotas. Les pasaron el doble de precio del volante que llegó a casa, y no aceptaron el recibo de sueldo por alguna razón que les metió miedo. ¿Habrá que votar especulativo? ¿Y si no voto a Carrió por el rosario y termino forjando mis propias pesadillas? ¿Es verosímil que esto me quite el sueño?
Cuando están solos, León (meu filho) y Yami (filha de Isabel) ponen el cd de Vicentico y cantan juntos “Los caminos de la vida”. Yo no aguanto y me tengo que ir a llorar a otro lado. Desde ya, la canción es tristísima. Si la canta León solo no me pone tan mal, por más que alguna violencia mal ejercida sobre él ya esté empezando a dejarle en claro que los caminos de la vida no son como él los imaginaba cuando era chiquitito. Todos afrontamos decepciones y, con mayor o menor dificultad, sobrevivimos a nuestras neurosis. Eso los burgueses. Pero la duplicación del dolor de la letra tristísima más la vida tristísima es demasiado para las almas con conciencia. Igual, prefiero esa a la espantosa Cruz diciendo que la vida no es desigual.
Me corto el pelo sola: lo parto al medio y chac – chac. Dos tijeretazos y chau. ¿Desparejo? Desconozco el valor de lo parejo aplicado al pelo. Las uñas también me las corto yo. No me gustan las manos “hechas”. En la peluquería me depilo. En la peluquería miro la Gente. Me divierte, me distrae del dolor.